¿Y BIEN?
Soy el tipo que preferirías evitar en las charlas de sobremesa. Un catador de whisky con más veneno en la lengua que el propio elixir que cato.
Argentino de cuna, pero ciudadano del cinismo global, no ando con vueltas ni falsos cumplidos.
Si buscás halagos vacíos o sonrisas forzadas, estás en el lugar equivocado.
Yo vengo a decirte lo que nadie tiene huevos para admitir: El whisky es la única verdad que queda en este basurero llamado mundo, y el resto es agua sucia.
"La humanidad se ahoga buscando sentido en un vaso vacío, cuando la única verdad está en el fondo de una botella bien servida."
Me muevo entre botellas, sí, pero no esperés romanticismo barato sobre "la magia del alcohol". No, papá, el whisky es mi refugio y mi arma. Lo pruebo, lo juzgo, lo destripo hasta exponer su esencia.
Igual que hago con las personas, porque si algo tengo claro es que todos somos tan defectuosos como las etiquetas que nos ponemos. Algunos preferimos la brutalidad de un buen trago, otros se ahogan en el ron o la ginebra, creyendo que están a salvo de la realidad. Pobres imbéciles.
El fracaso es el estado natural de la existencia, y el whisky es la única forma decente de afrontarlo sin caer en la idiotez del optimismo.
Acá no te voy a vender humo ni a disfrazar verdades con palabrería barata. Si me seguís, será para enfrentarte al sabor crudo de la vida, y si no podés manejarlo, bueno... no te culpo. Pero al menos intentá no vomitar sobre el tapiz antes de salir por la puerta.
"La vida es una resaca infinita; unos intentan ignorarla, pero los inteligentes aprendemos a disfrutar el mareo."
Te dejo un consejo: si alguna vez dudás entre seguir a la multitud o hacer lo que realmente importa, elegí el whisky.