Compass Box Whisky Blended Malt Whisky "The Spice Tree"

COMPASS BOX

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Je je jeeee..., el Compass Box The Spice Tree. Este no es el whisky que compartís con tu esposa en las cenas familiares. No, cabrón. Este es el whisky de los viernes a la noche, ese que tomás con tu amante en un bar oscuro, donde nadie te conoce y nadie te juzga. Es la otra cara de tu vida, la que mantenés escondida, pero que te excita más que cualquier cena aburrida con tu pareja de hace años. Sabés que es peligroso, que no debería pasar, pero ahí estás, volviendo una y otra vez. Y con cada sorbo, el remordimiento se apaga un poquito más.

Cuando lo olés, sentís esa mezcla de dulzura y especias que te atrapa al instante. Es como cuando tu amante te sonríe y sabés que, aunque deberías irte, no lo vas a hacer. La nariz te recibe con una ola de canela, nuez moscada y un toque de roble cálido. Es como esa charla ligera que arrancás con ella al principio de la noche, sabiendo exactamente a dónde va a terminar todo. Hay un poco de vainilla también, suave, envolvente. Pero no es la vainilla inocente de un postre de domingo en casa. No, esta vainilla tiene algo oscuro, algo sucio. Es el perfume en la almohada que no es de tu esposa.

Al llevarlo a la boca, ahí sí, te mete directo en el quilombo. El primer sorbo es una explosión de especias, como ese primer beso que sabés que está mal, pero también sabés que no vas a detener. Pimienta negra, canela, un toque de clavo. Todo te pega con una intensidad que no podés ignorar, como cuando te tiembla el pulso al abrir la puerta de la habitación de hotel. El roble está presente, pero no de manera seca o distante, sino cálido, envolvente, como esas sábanas que terminan arrugadas en el piso.

Pero después, cuando te pensás que ya tenés todo controlado, viene lo más peligroso. Ese dulzor que se instala lentamente: miel, jengibre y algo que parece como fruta madura. Es esa sensación después del sexo, cuando por un segundo te olvidás de todo. De la culpa, de las mentiras, de lo que te espera al llegar a casa. Todo se vuelve más fácil, más dulce. Pero sabés que es temporal, que no va a durar, y eso lo hace aún más irresistible.

El final es largo, especiado y ligeramente dulce. Como esa despedida que nunca querés que llegue, pero siempre llega. Salís del hotel, ajustás la corbata y te prometés que va a ser la última vez… aunque sabés perfectamente que el próximo viernes, vas a volver. Porque así es este Spice Tree: una infidelidad líquida que te deja con ganas de más, aunque sabés que te está arruinando lentamente.